Historia
CIUDAD RODRIGO
Era el año 1968. Habían pasado dos años del duro trance de la muerte de nuestro Fundador: D. Joaquín Alonso Hernández. El había marchado a la Casa del Padre y después de aquella época, marcadamente difícil, había que continuar la ruta, siguiendo sus huellas. Sabíamos que él, antes de morir, ya tenía en su mente una próxima Fundación. Entre los lugares propios para la expansión de la Congregación se pensó en Ciudad Rodrigo. La Hna. Mª del Carmen Vicente mantenía vivo el recuerdo de su primera escuela, que fue en esta ciudad: o más concreto, en uno de sus arrabales: “Las Viñas”. Había sacado las oposiciones con el número uno y al tener la oportunidad de elegir, esta ciudad entró entre sus predilectas y finalmente la elegida. Había trabajado con ardor y entusiasmo para vencer el analfabetismo y la ignorancia en todos los aspectos y no en el menor en el religioso. Fue comprobando, durante los pocos años en que desempeñó su hermosa tarea, la magnífica respuesta de niños y jóvenes en toda la zona del Arrabal del Puente y las huertas de los alrededores. El Sr Obispo apreciaba esta labor, en unión con el celoso párroco D. Juan López Simón, con quien ella colaboraba en la parroquia en su entrega al apostolado, especialmente con niños y jóvenes. Por todo esto, fue una de las misioneras que, entre los lugares que se barajaban, dio su opinión favorable a la fundación en Ciudad Rodrigo.
La Superiora General, Hna. Purificación Segurado Seisdedos, le hizo el encargo de comunicárselo a D. Juan López. El, junto con su hermano D, Estanislao López, canónigos ambos, inmediatamente nos pusieron al habla con el Sr. Obispo, D. Demetrio Mansilla Reoyo, para proponerle la conveniencia de un Colegio de nuestras características en esta Ciudad, que por entonces solo contaba con un Colegio religioso. El señor obispo, una vez que le dieron a conocer nuestra labor desempeñada ya con muy buenos resultados en otras ciudades, aceptó de muy buen grado, ante Hna. Pura, Mª del Carmen y Herminia, que fueron a visitarle con D. Juan López, la iniciativa y nos alentó cordialmente en nuestra misión.
Desde ese momento las Hermanas comenzamos a buscar una casa donde iniciar nuestra labor. Desde Salamanca se hicieron varios viajes con tal fin, sin encontrar nada adecuado, con lo que ya pensábamos que al menos por aquel curso, habría que dejarlo. Pero… ¡lo que son los planes de Dios! Cuando uno de los dos coches de las ocho Hermanas, repartidas en dos de ellos, estaban haciendo el STOP en la salida a la carretera de regreso para Salamanca, la Providencia actuó y quiso premiar los esfuerzos que parecían totalmente infructuosos: Un vehículo de los que llevan una ‘pala’, no hace el stop por despiste del conductor y da un golpetazo a la furgoneta en que viajaban cuatro misioneras. Se llevan el gran susto y naturalmente se bajan a hablar con el conductor de dicha pala. Les invita a ir a la oficina de su jefe y, después de aclarar las cosas, ambos se dan a conocer. Empiezan a charlar y…mira por dónde, ese señor –D. Ignacio Domínguez- es constructor y les ofrece una casa para poder instalarse y empezar sus tareas comunitarias o docentes con un pequeño colegio, simplemente para empezar. La alegría es inmensa. Creo que nos la dejó, sin renta hasta que quisiéramos o la necesitáramos. ¡Eso sí que es una de las formas originales con que a veces se manifiesta la Providencia!
La casa estaba situada dentro del casco urbano, muy céntrica: Junto a la Plaza Mayor, en el nº 6 de la calle Madrid. Era pequeña para nuestros fines pero estaban libres dos viviendas, una ocupaba la 1ª planta y otra la 2ª, con lo que nos valía para empezar. Hubo que hacer algunas obras de adaptación; y sobre todo de pintura y limpieza, pues llevaba varios años sin usarlas. Se trabajó deprisa, con lo que el día fijado para la bendición de la Capilla, estaba todo a punto. El Sr. Obispo, que pasó por allí la víspera y vio la revolución que había, debió de pensar: Esto no está para mañana… Pero ¡vaya si estuvo! El día 2 de Octubre se bendijo la casa con la Eucaristía, presidida por el Sr. Obispo, y nos dejó en ella, en la minúscula pero bonita capilla el Santísimo. Fue un día de gozo muy grande para todas las Misioneras y también para los sacerdotes que nos acompañaron en el sencillo, pero importante acto. Estos fueron: su secretario y D. Juan López y de Salamanca D. Juan Sánchez que era el que en esos momentos estaba al a cargo de nosotras, D. Estanislao Gómez Santamaría, capellán del Colegio de Salamanca y D. Manuel Almeida, confesor de las misioneras de Salamanca. Al día siguiente, lunes empezarían las clases.
En la 1ª planta se habilitó el aula de Preescolar y la Capilla, que, aunque pequeña, era suficiente para poder gozar de la presencia del Santísimo entre nosotras y celebrar la Santa Misa siempre que nos era posible porque se ofreciera D. Juan López u otro sacerdote. En la 2ª planta se instaló un aula de Primaria y la vivienda para Hermanas. Constituyeron la primera Comunidad las Hnas. Mª Dolores Acevedo –Superiora –, Rosario López Moreno e Isabel Muñoz Eras. En aquellos momentos y hasta encontrar otra casa más amplia, esta nos hizo su servicio, aunque, como era antigua, teníamos cierto temor de que las grietas del techo se ensancharan y hubiera peligro. Desde la primera noche colocamos un papelillo de fumar atravesando la grieta más abierta y lo pegamos a ambos lados. Cada mañana lo observábamos con atención; y al ver que estaba igualito, decíamos: Bueno, gracias a Dios podemos seguir tranquilas. Lo que más echábamos en falta era un patio de juego. Pero todo tiene solución si se busca y sabe una adaptarse a lo que hay en ese momento. ¿Cómo solucionarlo? La Plaza del Buen Alcalde, con su fuente y soportales, quedaba al ladito. Pero la salida de los niños requería su preparación pues la calle de Madrid, estrecha y transitada constantemente por coches y peatones- era muy comercial- constituía un peligro. Así que encabezaba la fila una Hermana. Ella se paraba en el primer cruce y allí hacía de “guardia urbano”. Paraba la circulación hasta que pasaban todos los niños. Y la gente esperaba tranquilamente. Lo debían de ver bien, pues nunca protestó nadie… También dábamos gratuitamente clases de Cultura y Decoración a un buen grupo de jóvenes y a la vez procurábamos inculcarles una formación cristiana. De hecho, teníamos una reunión semanal con ese fin. Eran reuniones muy participativas y familiares en las que fuimos conociendo a muchas adolescentes y jóvenes.
En aquella casa estuvimos durante dos cursos porque no cejamos en nuestro empeño e interés de encontrar una casa más apropiada. La Providencia nos la tenía preparada.. En cuanto a labor pastoral, que es otro de nuestros cometidos principales en cualquiera de nuestras Casas de Misioneras, desde que llegamos, nos pusimos a disposición de los párrocos para colaborar en lo que pudiéramos: Fue principalmente Catequesis, en las parroquias de San Pedro y El Sagrario. Aparte de lo que se pudiera lograr en los niños, se empezó a dar mayor importancia a los catequistas, pues hasta entonces parecía que esta tarea era como “de poca importancia” y la realizaban jovencillas, nunca Religiosas.
ES NECESARIO AMPLIAR
Era urgente ampliar el Colegio: Más aulas y con mayor capacidad, pues había mucha demanda de plazas. Y sobre todo el patio de recreo era necesario. Recorrimos la Ciudad, dentro y fuera de la muralla. Cuántas salidas, cuántas indagaciones… Pero además, qué difícil, pues necesitábamos que el Colegio estuviera dispuesto ¡ya! para el curso siguiente.
Nos informamos de que una Congregación francesa dejaba libre la casa de Torroba, con su amplio campo. Nos pusimos al habla con las Religiosas. Y nos ilusionamos con la compra; pues aunque nos suponía gran sacrificio económico, estábamos dispuestas a afrontarlo. Realizamos los trámites, pero… no estaría en los planes de Dios, pues hubo una lamentable intromisión de las religiosas de enseñanza que estaban hacía muchos años en Ciudad Rodrigo y de un sacerdote que conocía a las francesas que se iban y era muy partidario de las Teresianas que empezaron a desear esos terrenos de Torroba que estábamos nosotras interesadas en adquirir. No conseguimos realizar la operación de compra. Nos habían dado ya una palabra de vendérnoslos y habíamos quedado en precio y en condiciones de plazos cuando nos dicen (suponemos que con algo de vergüenza evangélica) que las teresianas les pagaban al contado e incluso algo más. Decepción, pena, disgusto…pero diciendo “no sería para nosotras”, la providencia proveerá.
Así, pues, tuvimos que seguir buscando con el mismo empeño y entusiasmo confiadas en Dios que no abandona a los que confían en Él. Cuando no veíamos salida ni solución, alguien nos habló de un bloque de ocho viviendas en construcción, con un patio algo amplio. Los tabiques interiores no estaban terminados. Y así, si llegábamos a un acuerdo, se podían distribuir los espacios de forma que tuvieran las dimensiones adecuadas para aulas. No era lo ideal, pero sí suficiente y valía. Estaba en la Avenida del Conde de Foxá (hoy Agustín de Foxá)
El día 1 de septiembre de 1970 nos trasladamos con alegría al Nuevo Colegio: Éramos las Hnas. Rosario Moreno, Isabel Muñoz y Genoveva Romo que sustituyó a Hna. Mª Dolores en el cargo de superiora, la cual había sido trasladada a la casa y Colegio de Talavera de la Reina en Toledo. Faltaban muchos detalles para terminar la edificación, pero allí nos fuimos a vivir en cuanto instalaron la luz y el agua. Colocamos todos los enseres de la Comunidad en las dos únicas habitaciones rematadas. Así, con todo recogido y unos medios precarios para cocinar, estuvimos viviendo hasta que se terminó totalmente toda la casa. No teníamos muchos medios de seguridad, por cierto, pues la puerta de entrada estaba solamente cubierta con unos tablones, que los mismos albañiles retiraban cada día al comenzar su trabajo, pero, viviendo en la casa, era más fácil urgirles en la terminación de las aulas para poder comenzar el curso.
COMIENZA EL CURSO
Así el día 15 de septiembre de 1970 pudimos comenzar el curso en el actual Colegio. Aún faltaban los cristales. Pero el constructor, que veía que su nieta, alumna del Colegio, ya iba pasando frío en la clase, no tuvo más remedio que hacerlos colocar a toda prisa. Gracias a que nos lanzamos, en Octubre ya podíamos mostrar con optimismo a los padres de nuestras alumnas un Colegio lleno de luz y de sol, con las condiciones pedagógicas necesarias para llevar a cabo nuestro gran reto: La Educación en las etapas de Educación Primaria y Preescolar. Los padres, contentos del estilo de educación que se daba en el Colegio, fueron nuestros mejores colaboradores tanto para cubrir todas las plazas como para lo que es más importante: una auténtica y completa formación cristiana, que sólo se logra en armonía de padres y educadores.
Comenzamos el curso con cinco clases de E. Primaria y una de Preescolar. En los años 1971 y 72 fuimos contratando más profesores, de manera que en 1973 ya funcionaban los ocho cursos de Enseñanza General Básica (EGB), cada uno con su aula y su profesora- tutora. También vino una Hermana más: La Hna. Brígida Laso pues era necesario aumentar la plantilla. En los cursos de Segunda Etapa (hoy ESO) las asignaturas fundamentales se impartían por Especialidades. En cada clase había alrededor de cuarenta alumnas, cosa que hoy nos asustaría; pero se conseguía más atención y disciplina que con las veinticinco de ahora. Eran quizá más dóciles.
La retribución por la Enseñanza, siempre ha sido por medio del “sobre anónimo”, según nuestras normas, hasta que el Ministerio de Educación ha ido subvencionando los distintos niveles de Enseñanza. Primeramente concertó primaria y, pasado un tiempo Infantil, por lo que en esos niveles de enseñanza se dejó de pasar sobre anónimo para llegar a ser totalmente gratuita la enseñanza como pretendía el gobierno de España en aquellos momentos y ya han seguido hasta el día de hoy, 2016. Sin embargo hay niveles no concertados en los cuales las Misioneras seguimos pasando el sobre anónimo: Infantil primer grado y Bachillerato, enseñanzas que hay solo en alguno de nuestros Colegios.
EL INTERNADO
Desde los comienzos en esta casa, empezaron a llegar alumnas de pueblos cercanos en régimen de Internado. Y a medida que iban terminando sus estudios de EGB pasaban al Bachillerato en Institutos o a Formación Profesional, pero continuaban residiendo en el Colegio; con lo cual teníamos unas setenta internas, de seis a dieciocho años. Mucho más aumentó el internado cuando se estableció la Escuela Hogar. Ciento quince internas eran desde el año 1975 al 1993. Por eso en el 1975 se construyó un pabellón para siete aulas y el salón de actos, con el fin de dejar lugar para Internado. Así y todo, los dormitorios estaban bien aprovechados, con literas hasta los últimos rincones. No obstante, las internas de entonces, parece increíble que guarden tan buen recuerdo. Quizá las apreturas nos hacían vivir como una gran familia numerosa…
A las siete y media de la mañana se ponía un disco de Teresa Rabal y salían todas danzando, de manera que a las ocho, niñas y Hermanas estábamos en la Capilla para la Eucaristía. También es cierto que a veces echábamos de menos a alguna de las más traviesas, que faltaban “por quedarse a estudiar”…y otras mayores que, si realmente estudiaban, les íbamos dando libertad para que asistieran a Misa o no. Luego teníamos el horario habitual de clases y demás actividades. Los domingos se celebraba la Eucaristía no solo para las que se quedaban los fines de semana, sino que había un gran lleno de gente de toda la zona. Bajaban dos sacerdotes muy celosos: D. Juan López y D. Andrés Bajo, su sobrino. Mientras uno celebraba, el otro confesaba. Así que la gente, contenta por el buen servicio que aquí se les ofrecía. Por la tarde llevábamos a las niñas de paseo, junto con otras externas que venían voluntariamente y al regresar al Colegio aún se continuaba un rato largo con juegos y diversiones.
Para mayor amplitud en los recreos, el año 1976 se adquirió un amplio solar a unos cincuenta metros del Colegio. La pega es que al no estar asfaltado sino de tierra, es muy molesto para los días en que ha caído lluvia y para los secos por el polvo que se levanta. El año 1979, cuando la Hna. Isabel Muñoz marchó a fundar a Bolivia con otras tres misioneras, vino trasladada a esta casa la Hna. Almerinda Fernández Moríñigo, joven y muy activa y emprendedora. En el curso 1987-88 hubo una novedad importante: se empezó a admitir a niños como alumnos pues el Ministerio lo veía necesario, y con cuya enseñanza mixta se continúa en la actualidad. A partir del año 1995, con el cambio de plan, funcionó también la Primera Etapa de Enseñanza Secundaria, hoy ESO) con más de cincuenta alumnos, hasta que en el curso 2001-2002 exigió el Ministerio que se tenían que tener los cuatro cursos de E. Secundaria, es decir, la etapa completa y no una parte, dos como teníamos nosotras. En nuestro caso claramente no podía ser porque carecíamos de espacio para poder tener las cuatro aulas para los cuatro cursos. Por tanto tuvimos que optar por dejar los dos cursos de secundaria, y como los alumnos podían adscribirse al otro Colegio privado, el de las Teresianas, así se trató de hacer que se matricularan en el otro Colegio lo que rechazaron nuestros alumnos de plano pues siempre había habido por parte de las familias y por ende entre los alumnos de uno y otro Centro muy poca simpatía y más diríamos, mucho rechazo. No pudimos hacer nada a pesar de que nuestra voluntad era que nuestros alumnos pasaran a las Tercianas y así que se mantuviera en la Secundaria dicho Colegio que tenía pocos alumnos en ella. Nosotras nos quedamos solamente con Infantil y Primaria. Otra tarea muy importante y muy propia nuestra en todos nuestros Colegios y casas de la Congregación es la clase de Cultura General que habíamos tenido desde el principio y que continuaba estando muy concurrida, especialmente el bordado, en un tiempo aquel en que eran las mismas jóvenes quienes preparaban con ilusión el ajuar de su boda.
OTRAS ACTIVIDADES
Se dieron cursillos de manualidades, especialmente decoración de figuras de escayola a grupos de profesoras de varios Centros y sobre todo a madres de alumnos. Y, con el fin de proporcionar a las mujeres un trabajo remunerado, se realizó un cursillo de máquinas industriales de coser, impartido por el P.P.O. (en las aulas de nuestro Colegio. De esta forma ellas adquirieron soltura para confeccionar prendas de vestir, que luego enviábamos a varias Casas Comerciales, siguiendo una de las cuatro divisiones de apostolados dejados definidos por nuestro Fundador: el del Trabajo, que tiene esa finalidad que se consiguió juntamente con la formación de las trabajadoras. En cuanto a tareas de Pastoral, se colaboraba no sólo con Parroquias de la Ciudad, sino que se daba catequesis en el anejo de San Sebastián, a 4 Kms. de distancia. Se iba caminando, con un grupo de internas mayores. Catequesis que les valía no sólo a los niños sino también a las catequistas que se sentían felices de realizar este apostolado.
En vacaciones de verano, salimos a varios pueblos, entre ellos Águeda del Caudillo, durante todas las tardes de una semana, con este mismo fin de evangelización, haciéndola más atrayente gracias a los talleres de manualidades, que alternábamos con charlas de formación moral, religiosa o educativa. Con las alumnas de los últimos cursos teníamos de vez en cuando convivencias en el campo. Podemos recordar una de estas jornadas: Fuimos caminando con un grupo grande de niñas de doce y trece años al Monasterio de la Caridad. Nos distribuimos en pequeños grupos para dialogar sobre un tema -preparado de antemano- que les interesaba. Sentadas, unas en el césped, otras en troncos caídos, dialogábamos y sacábamos nuestras conclusiones.. Luego nos reunimos todo el grupo para la puesta en común, que nos animaba a comprometernos un poco más. Después… ¡rienda suelta a la alegría, con juegos y diversiones!
Al final de la mañana, como nos había acompañado nuestro capellán D. Andrés Bajo, celebramos la Eucaristía en aquel hermoso claustro, lleno de paz y silencio. Parecía como si la Misa tuviera allí más contenido. Las niñas presentaron sus “compromisos” como ofrendas al Señor. Y cantaron con entusiasmo. ¡De qué manera sonó aquel Ave María que, con su voz privilegiada, cantó Silvia…! Todo ayudaba a la intimidad, al recogimiento, a centrarnos más en el amor a Jesús. Al fin y al cabo era la finalidad de la convivencia… Luego dimos buena cuenta de los bocadillos y pasamos una divertida sobremesa. El camino de regreso fue todo un episodio. Empezó a llover a más y mejor. En los dos coches de que disponíamos acoplamos a un montón de niñas. Las dejamos en el Colegio y volvimos a toda prisa una y otra vez a buscar a las restantes hasta que no quedó nadie en el camino. Al final nos vimos todos en el Colegio, más o menos empapados, pero felices de haber disfrutado de la Naturaleza y de la amistad.
Alguna que otra vez salimos con los alumnos y también con los padres a visitar la Ciudad, para conocer y apreciar el valor de nuestros monumentos, especialmente la Catedral ¿Quién no recuerda el agrado con que nuestro gran amigo, D. Estanislao López, nos la mostraba? Para él era también una gozada; pero era de admirar la disponibilidad que siempre tenía. “¿En cuánto tiempo la queréis ver?”- nos decía. Si eran niñas, en menos de una hora nos enseñaba los altares, el claustro, el magnífico coro y, sobre todo, lo anecdótico y de leyenda. Con los mayores podía extenderse lo que ellos quisieran, y no acababa, dados los conocimientos que él tenía y el cariño con que lo hacía.
Eran notorias las excursiones de final de curso con las familias de los niños, el profesorado y chicas de Cultura. Solían durar unos ocho días. Y gracias a ello, muchas personas que apenas habían viajado a la Capital, pudieron conocer gran parte de la belleza de España, en un tiempo en que el turismo no estaba tan promocionado como en la actualidad. Por otra parte, las caras de admiración y las preguntas tan curiosas, creaban un clima de diversión y se aumentaban los lazos de amistad, en días de tan alegre y de buena convivencia.
CAPILLA-PARROQUIA
La Capilla del Colegio siempre ha estado abierta a los fieles; pero con mayor razón desde que fue erigida como Parroquia: El día 29 de Junio de 1999, por el Sr. Obispo D. Julián López Martín. El documento de erección, se expresa en estos términos: “Teniendo en cuenta la acción pastoral que se viene desarrollando en el barrio de Las Canteras y en el de San Pelayo, que ha contribuido notablemente a formar comunidad y a aumentar su sentido eclesial… erigimos la parroquia de El Salvador…y mientras ésta no esté construida, designamos como sede de la parroquia la Capilla del Colegio de la Providencia, Avda. Agustín de Foxá, números 22-24.
A las Misioneras de la Providencia nos es grato colaborar cuanto podemos en las actividades que, organizadas por sus párrocos D. Andrés Bajo Boada y D. Fernando S. Tendero, se han venido realizando en varias dependencias del Colegio y en los locales del salón parroquial de las Canteras.
Otra acción pastoral con los alumnos del Colegio que se realiza diariamente, es la Formación en valores, por espacio de quince minutos, que se añaden al horario normal de clases. Lo llevan a cabo las Hermanas y dos profesoras que se ofrecen voluntariamente.
En la actualidad el Colegio continúa con los seis cursos de E. Primaria y los tres de E. Infantil. Y se ofrecen todos los servicios que se consideran más beneficiosos para los alumnos: Comedor, Programa de Madrugadores, Informática, Biblioteca, Música, Actividades Deportivas, etc. hablamos del año 2009 por ejemplo. Más adelante va a cambiar porque las Teresianas deciden dejar el Colegio si nosotras nos hacemos cargo de los dos, lo que aceptamos después de mucho estudiarlo y hablarlo con ellas y los asesores de las dos partes.
Es gratificante haber obtenido notables premios en certámenes y concursos diversos: Literarios, de Expresión Plástica, Artística, Vial; en Deporte tanto a nivel local, como provincial y regional. Pero la verdadera satisfacción del Colegio es la de prestar el mejor servicio posible a una educación auténticamente cristiana e integral de la niñez y juventud.